El lago deja caer sus gotas de tranquilidad, al ver los llantos de niños sin poder conciliar con la pesadilla que no los deja plácidamente dormir. A su vez, el monstruo de la desesperación aparece ante sus ojos colmados de una salada agua. Cascadas de mar salen de sus miradas con la esperanza de que alguien construya la represa onírica y tácita de la alegría.